EL TABLERO. DIOSES Y
RAZAS II
Diferente es el caso de Agua y Roca. De entre los diez
dioses que El Gran O creó, Agua era, sin lugar a dudas, el más querido por
todos.
Roca era algo arisco pero siempre participaba en animada charla con los otros dioses. Entre ellos era distinto pues no se soportaban. Su apatía radicaba en su propia naturaleza, pero lejos de unirles como a otros dioses, los distanciaba.
Roca era algo arisco pero siempre participaba en animada charla con los otros dioses. Entre ellos era distinto pues no se soportaban. Su apatía radicaba en su propia naturaleza, pero lejos de unirles como a otros dioses, los distanciaba.
En una ocasión Roca retó a Agua a atravesar
la mayor montaña que Roca fuese capaz de levantar en un tiempo concreto.
Agua aceptó el reto. Durante milenios agua atacaba día y noche la montaña, pero
esta no cedía. Tal fue su empeño que aquella Comarca quedó totalmente inundada,
con la única excepción de la Montaña de Roca. Transcurrido el tiempo pactado
Roca fue a jactarse de haber ganado el reto ante Agua. Cuál fue su sorpresa
cuando al llegar a la montaña vio un río atravesarla. Fijose con atención Roca
para comprobar que su gran montaña había sido agujereada de múltiples maneras.
En su interior, cientos de Enanos se afanaban con sus picos en continuar la
profanación. Enanos que el Gran O creó a petición del propio Roca. Agua se
acercó a Roca y le dijo: “en ocasiones el orgullo ciega al necio y no le deja
ver más allá de su propia soberbia”. Desde entonces, los mares de Agua chocan
con fuerza contra los acantilados de La Montaña del Orgullo, donde Eneas, el
Primer Enano, se alzó de las rocas por
designio de El Gran O, mientras al fondo, Agua continuaba golpeando la roca
para vencer el reto.
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