miércoles, 26 de marzo de 2014

EL TABLERO. DIOSES Y RAZAS V. LA TRIPLE DÁDIVA.

DIOSES Y RAZAS V. LA TRIPLE DÁDIVA

Hace más de cincuenta años, tres de las razas predilectas de El Gran O; humanos, enanos y égir, decidieron hacerle un presente al Dios Supremo por sugerencia del Dios Naturaleza. Así, cada uno de los tres creó una dádiva con forma de esfera del tamaño de un huevo de avestruz. Los enanos, de dura piedra y bruñido metal enano, cuyo color era marrón-grisáceo. Los humanos, de ostentoso oro, cuyo color era de dorado brillante. Los égir, de copos de perfecta nieve azulada de las Montañas Celestes, cuyo color era azul cielo.


Las tres dádivas fueron unidas en una sola esfera, un solo presente. Este presente le fue entregado a El Gran O por Altramonte, hijo del Dios Naturaleza y una Égir. La triple dádiva fue entregada desde Ignígaro, la más alta cumbre de El Tablero, hasta El Gran O, que acercó su mano desde El Altar Perpetuo para alcanzar la triple dádiva. Durante diez días y diez noches El Gran O contempló con gran regocijo el regalo de sus razas predilectas. El regalo de amor y gratitud a un padre todopoderoso.

Al amanecer del undécimo día, El Gran O se ausentó de El Altar Perpetuo. Había presenciado la escena el Dios Desorden. Durante esos diez días con sus diez noches la envidia había corroído cada milímetro de su perfecto cuerpo. Aquel presente no era sólo un regalo de esas razas a su Dios Supremo. Otro Dios había intervenido. Su dual, Naturaleza. Desorden entendió la ternura de El Gran O hacia la Triple Dádiva como un extra de amor hacia Naturaleza, y, por tanto, un desdén hacia Él. Preso de una rabia incontrolable, el Dios Desorden aprovechó la ausencia de El Gran O e intentó destruir la Triple Dádiva. Pero el Dios Naturaleza, siendo su dual, presintió su osadía y llegó justo a tiempo para lograr dividirla en las tres esferas originales, ya que, de esta forma, la Triple Dádiva no podía ser destruida. Las dádivas cayeron a El Tablero, pero los dioses no pudieron saber dónde.

Cuando El Gran O se enteró, montó en cólera. Castigó a Naturaleza y Desorden, por no haberse entendido como hermanos que eran, a vagar durante cincuenta años por El Tablero como simples seres mortales. Pero no acabó ahí la ira de El Que Todo Lo Puede. Sentenció que si se le restituía su presente, sea cual fuese el tiemplo necesario, haría como si nada hubiera pasado. Pero, de lo contrario, si las dádivas se unían formando la Triple Dádiva y esta era destruida, consentiría en abrir las puertas del Inframundo durante diez días y diez noches, para que el Dios Muerte y sus comandantes asolaran El Tablero y a sus habitantes.

Un año más tarde se encontró la esfera marrón-grisácea, la creación de los enanos. El Dios Roca se la entregó al Clan Ektós, que desde aquel momento comenzó a ser conocido como “Los guardianes”. Su Rey, Kidémonas, fue el encargado de poner a buen recaudo la esfera a la espera de encontrar los otros dos fragmentos. El Clan Ektós vivía en la Fortaleza del Olvido, en las Montañas Pardocetrinas, a orillas del Bosque de Frondaglauca.

Habiendo transcurrido cinco años de tal suceso, fue encontrada otra esfera, la esfera dorada. Esta vez fue el Dios Luz quien la halló y otorgó su custodia a los Hombres, que la guardaron en la Capital Eimeria del Reino conocido como Carpetania.


Pero una esfera aún falta por ser hallada. Y tras esto, la Triple Dádiva será reconstruida y entregada a El Gran O para tranquilidad de las razas de El Tablero. O destruida, en cuyo caso las razas pagarán con muerte y pestes tamaña deshonra. Han transcurrido cincuenta años de aquellos hechos, y el castigo de Desorden y Naturaleza toca a su fin. Ahora, ambos dioses pueden intervenir. Es tiempo de tomar partido, de esperar o sacar beneficio. Es tiempo de aventura. Es tiempo de arriesgar, o morir.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario