miércoles, 18 de junio de 2014

EL TABLERO. EL CONFLICTO DE FRONDAGLAUCA: BUSCANDO SANGRE ENANA

Jaeneru pisó con firmeza la tierra bajo sus pies. Levantó la cabeza y ahí lo vio, a menos de una legua de distancia, El Bosque de Frondaglauca por fin se alzaba ante él. Escupió una especie de saliva gris y miró a su alrededor. Había conseguido reunir más de dos mil quinientos ugris. No había sido fácil, las tribus siempre se encontraban en constante guerra entre ellas. Aunque Jaeneru no lo había logrado solo. El Dios Desorden le había ayudado y un emisario Suyo lo acompañaba en el viaje.

Jaenero poseía una gran estatura y envergadura. Siempre intimidante, Jaeneru había conseguido la posición de Caudillo no sin antes matar a varios ugris por el camino. Siempre portaba  sus dos grandes mazas de guerra, incluso cuando no combatía. Era conocido por todos por su especial crueldad y era rara la ocasión en la que no erradicara todo tipo de vida a su paso. Incluso colgaba de su armadura partes del cuerpo de sus víctimas. Debido a esto y al hedor natural de los ugris, emanaba un intenso olor a putrefacción.
De nuevo con la vista al frente, escuchó unos pasos tras él. Ojimenu, su Caudillo de confianza, se acercaba. Era también muy temido y era especialmente conocido por los pueblos humanos del centro del continente, pues solía devorar por igual ganado, hombres, mujeres o niños. Se atrevió a hablarle con la voz profunda y gutural propia de los ugris:
Ojimenu: “Señor, no será fácil tomar Frondaglauca”
Jaeneru habló sin apartar la mirada del bosque: “Cambiaría gustoso mis dos mil seiscientos soldados por la carne del Rey Oso y la Esfera Enana. Le comeré los miembros cercenados mientras aún vive.”
A Ojimenu no le sorprendió el comentario y se sorprendió a si mismo imaginándose en un festín de carne enana. La voz de su Señor le sacó de su ensoñación.
Jaeneru se giró hacia sus hombres: “¿Queréis comer enanos? ¿Queréis beber su sangre?”
Un grito horrendo y ensordecedor cubrió los campos. Los ugris estaban enfervorecidos, llevaban días comiendo alimañas del campo y estaban hambrientos. Jaeneru volvió a fijar su vista en el bosque.
Jaeneru: “Manda cien soldados por delante, que entren en Frondaglauca en abanico, en grupos de diez. Quiero que informen al atardecer, esperaremos delante del bosque”.
Ojimenu: “Sí señor.”

Los ugris estaban a punto de entrar en Frondaglauca, querían carne y no se detendrían ante nada. La ira y la gula es mala combinación, y los ugris poseían ambas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario